miércoles, 30 de marzo de 2011

Última noche


A su turno Once comenzó a dibujar con las manos cómo conoció a Helenita. Lo hacía cabizbajo, nostálgico del momento que narraba. Las manos vivaces contaban de la bailanta, de Los Charros, y de la jarra loca. La multitud se reconstruía gesto a gesto, sus códigos y costumbres se superponían apilandose como postales en un cajón vacío. En el climax descriptivo entró la cheta que reunió toda clase de expresiones morbosas, estilizaciones del campo de lo sexual chabacano, regodeado del placer perverso. Helenita se llevo el pensamiento de los tres que hacian guardia en la cornisa, provocando el olvido de la situación que los reunía y transportándolos fuera del presidio.Sintieron aire fresco, palparon el afuera, pero seguían dentro. Pronto la oportunidad los llamaba. El lobo volvía,y lo hacía con apoyo de un grupo de internos. Zacarías y Rumfield se lanzaron contra ellos sin pensarlo, cada uno encontró el fin en la zarpa del Oso, tu nuevo mejor amigo.

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