domingo, 26 de diciembre de 2010

El kiosko

Persiguió a la pipa en su corrida fervorosa hacia el bajo. La calle se movía con ritmo mecánico bajo las llantas hasta que se volvió de tierra. Poco después se encontraría frente al kiosko, una improvisada construcción separada del resto del asentamiento por algunos cautos metros de páramo. Por sobre el pobre material de las paredes una serie de fierros se electrizaban con una batería de coche desde adentro. Un ventanuco enrejado funcionaba como posta de intercambio. La pipa trepó velozmente por una de las paredes, se metió dentro de la pieza y comenzó a llamarlo. El kiosko parecía vacío. Una luz se encendió dentro, una masa de sombras se agitó por detrás de Once y más allá por los callejones llegando al alto. Muchos bajaban con el ansia y las monedas contadas. Se vio pasar en las caras de los murciélagos hacia el ventanuco mientras la pipa insistía desde dentro:-"Vení papu, hay cositas".

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